El liderazgo transaccional es un estilo de dirección centrado en el intercambio entre el líder y sus colaboradores: recompensas a cambio de resultados, cumplimiento a cambio de reconocimiento. Surge en contextos donde la estructura, la disciplina y la eficiencia son esenciales, como en entornos corporativos, militares o industriales. Este modelo se basa en la idea de que las personas trabajan mejor cuando existe una clara relación causa-efecto entre el esfuerzo y la recompensa, lo que lo convierte en un enfoque práctico y orientado a objetivos concretos. A diferencia del liderazgo transformacional, que busca inspirar y desarrollar el potencial humano, el transaccional prioriza la estabilidad, el cumplimiento de normas y la consecución de metas definidas. En la actualidad, aunque algunos lo consideran un modelo tradicional, sigue siendo una herramienta eficaz en la gestión organizacional, especialmente en etapas donde el control, la supervisión y la productividad inmediata son prioritarios. Comprender sus fundamentos, ventajas y limitaciones permite a los líderes modernos equilibrar la autoridad con la motivación, adaptando este estilo a las exigencias de los equipos y los desafíos contemporáneos.



